Durante el siguiente año tras la desaparición de mi pareja me centré en superar lo ocurrido y valorar mi comportamiento con los demás... una gran culpa carcomía mi interior y esa losa me era muy difícil de llevar.
Mis movimientos eran tranquilos, menos impulsivos, trazados, pensados... no necesitaba cometer errores del pasado y en aquel momento estaba muy débil para volver a caer.
Salía, intentaba divertirme y no quería complicación alguna.
Una noche cualquiera le conocí y volví a sentir ese cosquilleo que te hace ver que sigues vivo, que te da fuerza para enfrentarte a lo que venga y me deje llevar.
Una barra, una copa, un cruce de miradas... no necesitamos más que un par de minutos y nuestros labios hablaron por nosotros... acabábamos de conocernos y sin pronunciar palabra alguna nos besamos como si de un reencuentro se tratara... a eso se le llama magia... dos desconocidos que en décimas de segundo dejan de serlo.
Un buen comienzo para remontar... dos semanas llenas de complicidad arropadas por el mejor sexo.
Alejandro, 36 años, musculado, atractivo, varonil... y mentiroso.
El castillo de naipes se derrumbo antes de que sus cimientos soldasen nuestros destinos.
Impresionarme a base de mentiras fue lo que hizo que se me cayera la venda de los ojos y que estos miraran, vieran, sintieran de manera distinta a Alex y todo lo que habíamos realizado hasta aquel momento se esfumara de un plumazo.
La gente que dice ser quién no es para impresionarte es la más triste que he conocido nunca.
¿Que valoración tienen de ti cuando se inventan un personaje creyendo que eso es lo que esperas de ellos?
El piso tan espectacular donde retozábamos nuestros cuerpos no era de él... tampoco tenía una empresa de diseño... y un sinfín de mentiras que durante esas semanas me fue diciendo sin que yo le pidiera explicación alguna.
Era un obrero, un peón de la construcción, sin grandes casas, ni coches... y a mi realmente me hubiese dado igual ya que nunca he valido para estar con alguien por lo que tenga, por lo que te ofrezca... yo cuando estoy con alguien en una relación es por que me interesa la persona, no su cuenta corriente.
Desperté del sueño, se esfumó todo rápido, pero a pesar de su poca madurez e inteligencia conmigo guardo un grato recuerdo de él.
Semanas más tarde conocía a otro que parecía tener toda la pasta del mundo y me lo recordaba a cada instante... su nombre, Carlitos.
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