domingo, 12 de junio de 2016

Jugando en... Grindr.

Esta aplicación destinada al público gay lleva en funcionamiento desde el año 2009. Y lo que son las cosas... yo -quien hace años era el puto amo de los garitos más "cañeros" de la noche madrileña- la he conocido hace escasamente un mes. Mi desvinculación de ese mundo se empezó a fraguar cuando conocí (hace 14 años) a mi actual pareja. Poco a poco dejamos el ambiente y hasta hoy. Leyendo una entrevista a cierto personaje abiertamente homosexual en la que hablaba de esta "App", me decidí a investigar... Una vez instalada en mi móvil llegó la primera decepción: la persona que aparecía justo detrás de mí era el tipo al que le compro el pan cada semana. El siguiente... ¡Cómo me jodió no poder poner una buena foto para entrar por la puerta grande! Imagino que en una capital este hecho sera una chorrada, pero en un pueblo pequeño, es otro cantar. En estos años dentro de este mundillo poco ha cambiado. El mercadeo de carne continúa a la orden del día y las estrellas, divas y divinas, también. Entonces me pregunté: ¿Qué se me ha perdido a mí aquí? Y cuando empezaron a llegarme mensajes sin parar diciéndome: "te la como tío", "vienes y me follas", "quiero chupártela"... me dí cuenta de que aquello me sonaba demasiado como para retroceder lo avanzado a lo largo de estos años. ¡¡¡Entonces... lo vi!!!
Algo se movió en mi interior. ¡¡¡Aquel ejemplar era perfecto para jugar!!!

...PARTE 2...

Un juego que empezó de manera casual -sin ningún plan premeditado- y terminó de forma extraña y precipitada. Recuerdo que le mandé un mensaje diciéndole algo como: "Eres casi perfecto; a mí lado, lo serías". Respondió de forma graciosa y nos enganchamos en una amena charla. Llegaron las fotos. Una sola de mi parte y bastantes por la suya. Un tío que parecía y creo que es, bastante legal, pero quizás algo inmaduro. Tener 30 años es lo que tiene. Al día siguiente me harté de tantos mensajes sin sentido de otros muchos tíos que intentaban llamar mi atención, pero tan solo me importaba uno y ese ya estaba dentro de mi "mundo". La "App" empezaba a agobiarme y le mandé un mensaje a M. para decirle que iba a desinstalármela y que si quería seguir conociéndome me mandara su número de teléfono móvil. Casi al instante lo tenía a mi disposición. Habíamos avanzado otro paso y la cosa empezaba a complicarse. No entraba en mis planes nada más que jugar, divertirme, entretenerme y el cosquilleo que sacudía mi interior me estaba alertando de que el juego podría volverse peligroso. ¡¡¡A veces la experiencia que te da la edad ayuda... y mucho!!!

1 comentario:

Unknown dijo...

Cómo puedo encontrarte.....maestro!!!