Tras reunir al grupo de Rick bajo su control y enseñarles una dura lección sobre cómo vivir según sus reglas, Negan seguirá sembrando el caos y siendo temido por las diferentes comunidades de supervivientes: Alejandría, Hilltop y El Reino. Empiezan las alianzas entre los grupos para acabar de una vez con Los Salvadores en un mundo más peligroso de lo que habían imaginado. La ficción continúa en la misma línea de la temporada anterior. Entretiene y gusta pero la estela de que estiran y estiran la historia es tan obvia que a veces llega a desesperar. Los caminantes han dejado de dar miedo y ahora el protagonismo se centra en los diferentes villanos de turno... y eso, para una serie centrada en los muertos vivientes, no es bueno. Ya lo he dicho en anteriores ocasiones y es hora de repetirlo: ¡The Walking Dead tiene que terminar ya para salvarse de una muerte anunciada! Continúan con mi confianza. En pocos días estrenan la octava temporada y lo único que deseo es que no dejen que se pudra lentamente. ¡¡¡No lo merece!!!
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