jueves, 19 de marzo de 2009

Fausto... vuelve el hombre.

Durante 3 años vi a Fausto unas 10 veces, intensas, emocionantes, tiernas, salvajes… se merece mi particular homenaje en este blog.
Italiano de pura cepa, impresionante físicamente, de aspecto duro (de la mafia le decía yo) lleno de cosas buenas y un par de inconvenientes…
Mi ruta nocturna finalizaba en un local llamado Strong y aunque al principio no me dio buen rollito, ser nuevo en un local de esas características me causo algún que otro problemilla, finalmente se convirtió en mi referente con permiso de otros.

Mi primer en encuentro con Fausto fue algo accidentado, mi torpeza hizo que al salir del baño resbalara y alguien agarrara mi brazo para que no ocurriera… nuestras miradas se quedaron fijas en las del otro… me desarmo su sonrisa… desaparecí por el local temiendo el ridículo que había estado a punto de hacer.
Me refugié en una de las barras y pedí una copa a mi camarero preferido (un chavalote muy quapete que babeaba conmigo… pero no era mi tipo para algún tema sexual, aunque él se empeñaba en hacerme ver lo contrario) y ante mi volvió a aparecer aquel impresionante desconocido… en un segundo estaba delante de mi cara posando sus labios sobre los míos… me pego tal morreo que terminó de atontarme…
El resto fue rápido, presentaciones, charla, copas y muchos besos.
Se alojaba en cierto hotel de 5 estrellas y allí terminamos… y no salimos hasta 15 horas después… fue increíble.
Fausto, 35 años, italiano, musculado, guapo, rapado, velludo…
Todo perfecto pero había sorpresa…

Se marchaba al día siguiente (era un puente de cuatro días y yo le conocí en su última noche en Madrid) vivía en Roma, estaba casado e incluso era padre.
Perfecto si no me hubiese colgado de él hasta las orejas.
Me dio su número de teléfono (el fijo de su casa, el móvil aún no había aparecido en mi vida) y quiso regalarme un anillo grandioso que llevaba en su dedo pulgar (ostentoso y muy aparente, oro macizo) me negué a aceptarlo cuando supe la historia, era un regalo de su abuela (uno en el fondo siempre ha sido un sentimental)
Durante ese año yo tuve mis historias y de ved en cuando charlábamos (yo estaba pillado pero lo suyo era pura pasión hacia mi)
Se escapaba alguna que otra vez y follábamos como locos, exprimíamos el tiempo y deseábamos que no se parara para poder estar siempre juntos.
Durante el verano venía 15 días y era un auténtico paraíso, todo perfecto, todo planificado, pero en el fondo ambos sabíamos que una relación así no podía funcionar…
El tercer año yo había conocido a alguien y la estancia de Fausto dio sus últimos flecos, necesitaba algo más que unos días al año, la distancia terminó una historia magnífica que hubiese sido grande y duradera en otras condiciones.
Fausto demostró ser un tío con mayúsculas, le hizo daño mi abandono pero lo entendió perfectamente, en nuestro último encuentro echamos uno de los mejores polvos de mi vida.
Dedicado a mi mafioso favorito donde quiera que se encuentre.

viernes, 13 de marzo de 2009

Luna nueva... sentimientos feroces.

Llevaba tiempo cambiando, su transformación absoluta apareció ante mi aquella noche de luna llena, noche fría y húmeda… noche decisiva para ambos.
Ana tenía cierto potencial físico pero hasta ese momento no comprobé hasta donde podía llegar.
Al comentar que la veía oscura me refería no solo a su manera de vestir (prendas anchas y oscuras que no favorecían en absoluto lo que escondía tras ellas) más bien a esas miradas profundas y enigmáticas que provocaban cierta desconfianza… pero que atrapaban para saber que había tras ellas.
De piel blanquecina, casi enfermiza, cabello oscuro sin forma, labios ocultos tras espesas capas de pintura mal aplicada, ropas sin gusto… (así era Ana en sus inicios) paso a ser increíblemente deseable y atractiva en cuanto supo como sacarse partido.
Su estilo gótico reforzó ese morbo que desprendía en nuestra cita, parecía más fuerte, más madura… más fiera… feroz.
Me sorprendió su actitud, lo que había ocurrido con su hermana le hizo abrir los ojos de una vez por todas y aunque algo de pose parecían tener algunas de sus acciones tenía ante mi una nueva, renovada y grandiosa mujer que desplegaba morbo por cada poro de piel.
Charlamos, nos hicimos un cine, tomamos unas copas y tras preguntarla si estaba segura… fuimos a su casa (toda para nosotros) y follamos como locos.
Era agresiva sexualmente (rabia) me encantaba esa faceta desconocida viniendo de ella (incluso más fogosa y dura que su hermana)
Sus pechos eran pequeños, redondos, firmes… de grandes pezones que alimentaban mi boca, me encantaban esas tetas… pasar entre ellas mi polla dejando el rastro de mi excitación… de mis ganas de poseerla… de perderme en la oscuridad de su sexo.
Tras juguetear dentro de su coñito comencé a follármela analmente, le gustaba, me tenía tan sorprendido… cuando le provoqué su primer orgasmo sus gritos ahogaron mi excitación y se unieron a sus jadeos.
Tras los fuegos artificiales llegó su mirada desafiante, su confesión verdadera, sus intenciones de no volver a verme… “te he usado como lo haces tu normalmente con las demás personas, has estado bien pero no lo suficiente para poder repetir… si no te importa me gustaría que te marchases…”
No me sorprendió su reacción, algo ocultaba, nadie puede cambiar de la noche al día en tan poco tiempo y realmente me gustó que me pusiera en mi sitio aunque sé que en su interior no opinaba igual, Ana estaba y estaría durante mucho tiempo pegada a mi, volvería a aparecer en mi vida y no tardando demasiado.