Durante 3 años vi a Fausto unas 10 veces, intensas, emocionantes, tiernas, salvajes… se merece mi particular homenaje en este blog.
Italiano de pura cepa, impresionante físicamente, de aspecto duro (de la mafia le decía yo) lleno de cosas buenas y un par de inconvenientes…
Mi ruta nocturna finalizaba en un local llamado Strong y aunque al principio no me dio buen rollito, ser nuevo en un local de esas características me causo algún que otro problemilla, finalmente se convirtió en mi referente con permiso de otros.
Mi primer en encuentro con Fausto fue algo accidentado, mi torpeza hizo que al salir del baño resbalara y alguien agarrara mi brazo para que no ocurriera… nuestras miradas se quedaron fijas en las del otro… me desarmo su sonrisa… desaparecí por el local temiendo el ridículo que había estado a punto de hacer.
Me refugié en una de las barras y pedí una copa a mi camarero preferido (un chavalote muy quapete que babeaba conmigo… pero no era mi tipo para algún tema sexual, aunque él se empeñaba en hacerme ver lo contrario) y ante mi volvió a aparecer aquel impresionante desconocido… en un segundo estaba delante de mi cara posando sus labios sobre los míos… me pego tal morreo que terminó de atontarme…
El resto fue rápido, presentaciones, charla, copas y muchos besos.
Se alojaba en cierto hotel de 5 estrellas y allí terminamos… y no salimos hasta 15 horas después… fue increíble.
Fausto, 35 años, italiano, musculado, guapo, rapado, velludo…
Todo perfecto pero había sorpresa…
Se marchaba al día siguiente (era un puente de cuatro días y yo le conocí en su última noche en Madrid) vivía en Roma, estaba casado e incluso era padre.
Perfecto si no me hubiese colgado de él hasta las orejas.
Me dio su número de teléfono (el fijo de su casa, el móvil aún no había aparecido en mi vida) y quiso regalarme un anillo grandioso que llevaba en su dedo pulgar (ostentoso y muy aparente, oro macizo) me negué a aceptarlo cuando supe la historia, era un regalo de su abuela (uno en el fondo siempre ha sido un sentimental)
Durante ese año yo tuve mis historias y de ved en cuando charlábamos (yo estaba pillado pero lo suyo era pura pasión hacia mi)
Se escapaba alguna que otra vez y follábamos como locos, exprimíamos el tiempo y deseábamos que no se parara para poder estar siempre juntos.
Durante el verano venía 15 días y era un auténtico paraíso, todo perfecto, todo planificado, pero en el fondo ambos sabíamos que una relación así no podía funcionar…
El tercer año yo había conocido a alguien y la estancia de Fausto dio sus últimos flecos, necesitaba algo más que unos días al año, la distancia terminó una historia magnífica que hubiese sido grande y duradera en otras condiciones.
Fausto demostró ser un tío con mayúsculas, le hizo daño mi abandono pero lo entendió perfectamente, en nuestro último encuentro echamos uno de los mejores polvos de mi vida.
Dedicado a mi mafioso favorito donde quiera que se encuentre.
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