viernes, 12 de junio de 2009

Veneno en la piel.

Me había preguntado, en alguna que otra ocasión, como sería tener frente a mi al hermano por excelencia.
Mi pareja solía tener un contacto bastante habitual con él, telefónicamente o a través de e-mail, pero durante aquellos meses no se habían visto en persona.
Ángel apareció un día por sorpresa y se instaló en casa de su hermano, mi chico, la verdad es que en el momento que supe la noticia no me lo tomé demasiado bien pero mostré mi mejor cara cuando estuve frente al pequeño.
El pequeño sobrepasaba el 1’90 de estatura, tenía 27 años, un cuerpo de pura fibra (espectacular ) guapo hasta decir basta y una mirada, inquietante sea quizás la palabra, que me advertía de que no era trigo limpio y no tarde en averiguarlo personalmente.
No fue la única persona que hizo que nuestra relación se resistiera, de alguna manera mi poca confianza hacia el hermano “intocable” creó serios problemas y estos se acrecentaron tras la aparición de Ana, la cual llegó de nuevo a mi vida en el peor momento.
Clooney sabía de mi relación con las féminas y cuando le comenté que iba a quedar con una antigua relación no objeto nada, distinto hubiese sido si se tratase de un tío, con respecto a ellas no se sentía amenazado… o quizás no fuese del todo cierto dado que por una muy curiosa casualidad en el bareto donde estaba con la niña siniestra, ahora preciosa mujer, apareció Ángel y se nos unió… alguien estaba jugando y yo no llevaba buenas cartas.
Entre ambos hubo muy buena complicidad y la tarde trascurrió tranquila y sin apenas tensión, por momentos me olvide de mis sospechas y malos rollos con Ángel y nos divertimos bastante los tres.
Ana estaba encantada y absorta con el encantador de serpientes… yo mismo me deje llevar… empezaba el juego.
Ana y Ángel echaron su primer polvo aquella misma noche, el se encargó de contárnoslo a la mañana siguiente, triunfal, arrogante, sin ningún tipo de miramiento… demostrando que conseguía todo lo que se proponía… de momento eso le bastaba, pero quería más…
Mi chico empezó a darse cuenta demasiado tarde que todo lo que le estaba diciendo acerca de su hermano era cierto, quizás su amor incondicional de hermano mayor, protector, impidió que sucediese antes y aquello no había echo más que comenzar.

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