Nunca supe porqué era conocida esta zona con ese nombre, la finca de papá, pero durante años fue un lugar de encuentros increíbles, experiencias fantásticas y cuerpos desnudos al sol, durante los veranos, o a medio vestir, en los fríos inviernos, en los que se concentraban todo tipo de tíos. Constaba de dos partes, en una de ellas la gente solía entrar con vehículos y esto tenía su punto, te acercabas, mirabas y si lo que había te interesaba empezaba el juego.
Dependiendo de la hora el público era distinto, por las mañanas te encontrabas a muchos estudiantes (mi caso) gente de mediana edad (chupones de pollas) deportistas (cuerpazos luciendo músculo)
Por las tardes iban los currantes que salían de las oficinas (con sus trajes intactos) taxistas (esperando montar paquete) policías (que querían dar o que les dieran con la porra) ciclistas (marcando todo su potencial)
De noche era una mezcla de todo aunque abundaba la gente que iba en coche (los que luego te acercaban a casa) La otra parte era más propicia para los que les gustaba tomar el sol en pelotas, se metían en unas zonas profundas y esperaban a su partenaire particular.
Desde luego el sitio tenía morbo por todos los lados y durante varios años gozó de gran cantidad de participantes, después la cosa fue perdiendo adeptos por varios factores… empezaron unas obras para agrandar la carretera que dividía las dos zonas y esto hizo que los coches ya no pudieran entrar… era frecuente ver policía a caballo merodeando… tiraban basura a montones de obras próximas… la finca no volvió a ser lo que era nunca más… lástima.
Podría contar mil y una historias acontecidas en este lugar, gustaba y de qué manera, tenía a mis fijos, colegas de charla, vecinos de barrio… era popular y daba un morbo flipante.
Entre los fijos estaba un cachas peludete (con uno de los mejores culos que he catado) al que le encantaba que me la pelara dándole con el rabo en su culazo mientras le apretaba los pezones… me corría sobre su culo y él se llevaba la leche a su agujero, se la introducía toda… me ponía como una moto el cabrón.
Otro, que venía en un cuatro x cuatro, era un chaval bastante gordo, con unas tetas que parecía una tía, grandes, inmensas, llenas de pelos… me la chupaba como los ángeles… se llenaba toda aquella carne de mi leche y una vez expulsada pasaba la palma de sus manos sobre ella y las lamía…
Como he dicho infinidad de historias pero me voy a centrar en un tío llamado Alberto, la perfección hecha carne.
Veamos… 29 años, cuerpo musculado, vello en el pecho, piernas, culo… todo sin exagerar, perfectamente colocado, ja, ja, un rabo, bonito es poco, unas manos… vamos estaba increíble, inmenso, pero lo que me daba un morbo tremendo era su pelo (corto y grisáceo) con unas pedazo de cejas negras…
Vaqueros, chupa de cuero y encima guarrete, le encantaba exhibirse, meneársela mientras te acercabas, así le conocí.
Esa tarde andaba yo con mis colegas (Paco el poli, el banquero, el abuelo tragón y un par más) y le vi pasar… se me cayeron los gayumbos… que pedazo de tío…
Nuestras miradas se cruzaron, la conexión fue mutua, así que me despedí de la peña y fui a por él.
Le recuerdo bajo aquel gran árbol, jugueteando con su polla, tiesa y liberada de sus pantalones, invitándome a que me acercara…
Le estuve observando, me gustaba estudiar el comportamiento de cada uno que me tiraba, tras unos minutos avance hacia él.
Di un par de vueltas a su alrededor, mirándole fijamente a los ojos e ignorando su pedazo de carne, contacto visual, los destrozaba, me gustaba ese juego… tras mi hipnosis personal eran peleles en mis manos.
Me fui hacía otra dirección y esto termino de descolocarlo, de eso se trataba, era él quien debía seguirme a mi, siempre ha sido así, el nene nunca ira detrás de nadie.
Pasé cerca de mis colegas y estos comprobaron como el tío me seguía, diez puntos para mi.
Tenía estudiado al milímetro la zona y me pare en seco en donde sabía que continuaría el espectáculo.
Se situó frente a mi, se bajo el pantalón y el slip totalmente y tras escupir en la palma de su mano comenzó a cascársela brutalmente, me acerque a él y comencé a tocarle ese culo… pecado mortal… que pedazo de nalgas…
Busco mi boca con la suya y nos enroscamos en un beso sin fin mientras mis manos recorrían todo su cuerpo, parándome en sus pezones, en su musculado y velludo pecho, en sus duras nalgas… mientras él continuaba masturbándose.
Sus jadeos me advirtieron que se iba a correr, le metí un par de dedos por ese culo antes de que su leche inundara la boca de un desconocido que se nos había unido, del cual no teníamos noción hasta ese momento, el chavalote se fue contento y con la boca llena.
Sonreímos, nos abrazamos, me toco la polla (andaba tieso como era de esperar) me comento que eso habría que arreglarlo… “te acerco a casa y solucionamos tu problema por el camino, por cierto me llamo Alberto”
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