A través del chat conocí a mucha gente, de todo tipo y condición, pero tengo un grato recuerdo de alguien, muy especial, que me ayudó mucho a sobrellevar una situación difícil, la muerte de mi padre, su nombre... Iván.
Buscaba gente para salir, tomar copas, divertirme y no darle mucho a la cabeza, no quería tema, rolletes ni nada que fastidiara una posible amistad.
Tras unas cuantas charlas decidimos quedar y nos convertimos en colegas de botellón, nos encantaba irnos a las zonas de Chueca, mezclarnos en la calle con la peña, tomar cerveza y después recorrer los garitos para ligarnos a los tíos que se nos ponían a tiro.
Iván físicamente en un principio no llamaba la atención por un cuerpazo, una cara bonita y similares pero tenía su punto, era de los que ganaban desnudos por poner un ejemplo.
Desde un principio pactamos que entre ambos no habría nada sexual... pero su forma de mirarme, su tartamudez cuando se ponía nervioso (mi presencia bastaba para alterarle) y otros factores hicieron saltar la alarma.
El cabrón estaba hasta los huesos por mi y la historía empezó a joderse, negaba lo evidente y el día que le dí el primer morreo... entre lo que temblaba... los espasmos... era tan gracioso y tierno a la vez...
Me hacía olvidar la situación en la que me encontraba y quizás le dí pie a que imaginase algo que por mi parte no existía... -no te enamores de mi enano- cuantas veces le repetí esa frase y que poco caso me hizo... los sentimientos son difíciles de controlar... ambos nos equivocamos.
De los besos (que a mi no me hacían sentir nada) pasamos a los tocamientos... le meneaba la polla hasta que se corría (pedazo de rabo tenía el enano) él me la chupaba y todo ello aderezado con mucho alcohol de por medio.
Las cosas se fueron torciendo... él cada día más enamorado y yo más lejano a sus sentimientos.
En poco tiempo le había cogido un gran afecto y me jodía que esa complicidad se rompiera... pero día a día se iba enfriando más por su parte que por la mía... ponía excusas para no quedar, nuestras conversaciones eran menos intensas, en sus ojos la tristeza se asomaba con demasiada frecuencia... la cosa estaba mal, muy mal.
Cierta noche me lo lleve a casa (nunca antes había llevado a ningún tío alli lo cual demostraba que Iván me importaba... aunque solo como amigo) para darle mi regalo, para agradecerle sus ratos de ánimo, para demostrarle que me importaba... pero la cosa no me fue nada fácil.
Llegamos con punto por la bebida y jugamos un rato... que si te hago unas fotos en bolas... que si mira como me la has puesto (tras espiarle mientras se cambiaba) que si me la chupas un rato... que si vamos a la cama...
Desnudos el uno sobre el otro... yo debajo... él encima... buscando mi polla con sus labios... y sucedió aquello... miré la habitación (la de mis padres) y el bajón fue total.
¿Que estaba haciendo?
No me pude concentrar y las imágenes se agolpaban en mi mente... ¿no había más camas donde hacer aquello?
La respuesta era afirmativa pero yo tenía la manía de dormir allí los fines de semana y no había pensado... en fin sobran las palabras.
Deseé que el tiempo pasara rápidamente y sin ninguna gana... con la polla totalmente flácida... hice que Iván se corriera y acabara ese mal rato... no por él... por la situación desagradable para mi.
Desde mi móvil marqué el número de casa para simular una llamada de mi hermana que venía en un par de horas y tras acompañar a Iván al metro pude terminar con ese mal rato...
miércoles, 21 de abril de 2010
Iván... el enano salvador.
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