lunes, 6 de octubre de 2008

Dioni y su XXL.

Conocí a un tío llamado Dionisio, cuarentón, bastante simple, delgado, vulgar, pero que me cayo en gracia (no entiendo el motivo) y me fui con él a su piso situado en la glorieta de Bilbao.
Pero como se puede ser tan imbécil y cambiar a un chavalote de 19 años, guapo y con cuerpazo por un simple como aquel.
Lo único bueno que tenía el Dioni era su polla, la mas grande que había visto en mi vida (hoy en día creo que solo igualada o superada por un par) me quede acojonado cuando vi aquello y a pesar de todo le deje que me follara, me destrozo de dolor, apenas le permití moverse por que me estaba desgarrando por dentro…

Cuando termino podía meterme el puño yo mismo del boquete que me había dejado.
Claro que él si supo prepararme, me comió el culo intensamente (le encantaba lamérmelo) me echo vaselina hasta que mi dilatación fue propicia para que el bicho que tenia entre las piernas entrara y creo que no pudo meter mas que la mitad.
Aquel día comenzamos una historia y quedamos para el siguiente fin de semana en el cual yo tenía que ver a Adolfo (la memoria me falla de nuevo) no se si días antes le fui a ver al cuartel, si le llame allí…para decirle que no nos podíamos ver con la excusa de que me iba con mis padres fuera.
Aquí comprenderéis las pocas luces que tenia ya que solo se me ocurrió la gran idea de llevar a Dionisio al garito que había conocido con Adolfo, sábado por la tarde, teniendo todas las papeletas para que me lo encontrara… dicho y echo.
Estábamos sentados, de la manita, tomando algo cuando vi aparecer a Adolfo que venía directo hacia nosotros, que guapo estaba, se quedó mirándonos muy seriamente como si no pudiese creerse lo que estaba viendo (apenas llevábamos nada saliendo pero sé que él estaba muy ilusionado conmigo, con lo nuestro y estaba feliz a mi lado)
Me pidió muy educadamente si podía hablar conmigo a solas y ni eso le permití, me levante como un idiota y allí delante del otro le solté que lo nuestro había acabado…
Me volvió a pedir un momento para hablar y le dije que no teníamos nada mas que decirnos y ahora con el paso del tiempo cuando le recuerdo cabizbajo, marchándose, como derrotado… me hace daño y me pregunto el por que de ese comportamiento mío hacia él.
Tiempo después, demasiado, me di cuenta que mi forma de actuar se debía a que estaba totalmente colgado por él y ese echo no podía influir para que yo no disfrutara de otros, aprendiendo de cada uno y sintiéndome el centro de atención en los garitos del lugar además del líder indiscutible del grupo de amigos que mas tarde se creó.

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