Dicen que las casualidades no existen y en la mayoría de los casos es cierto, el hermanísimo no pasaba por allí “casualmente” había echo muy bien los deberes y hasta aprobó con nota alta.
Para no extenderme tan solo diré que Teresita, ajena a todo, le proporciono los datos suficientes para que me encontrara y tras, según me confeso, cinco días deambulando por los alrededores de mi nuevo instituto había dado conmigo.
Me propuso tomar algo para celebrar nuestro “inesperado encuentro” y aunque había quedado (era viernes y tenía un planazo con Tony, mi nueva conquista de la que hablare mas adelante) accedí gustosamente ya que sabía que me iba a tirar ese cuerpazo finalmente.
Fuimos a un garito cercano, charlamos una media hora, me lo estaba imaginando desnudo retozando sobre mi cuerpo y me estaba poniendo cachondo así que fui directo y le dije que quería follármelo… recuerdo su cara de flipado, su asombro en un principio y esa media sonrisa diciéndome que estaba deseándolo desde hace tanto tiempo…
No podíamos ir a su casa por lo tanto quedamos para esa misma noche ya que tenía un amigo que nos la dejaría unas horas… una noche entera no nos basto para saciar nuestro deseo.
Me puse guapo y a las 22:30 me recogió cerca de mi casa, en moto, tremendo, tan duro, tan tío, tan inexperto…
Recuerdo que nuestro primer beso me supo a gloría, su lengua se enrosco con la mía durante interminables minutos, estábamos hambrientos de sexo, pasión o como se le quiera llamar al deseo de dos tíos que se estaba cumpliendo en aquel instante y lentamente sin despegar nuestros labios le fui quitando el pantalón, después su slip para dejar libre aquella hermosa verga que estaba tiesa como un mástil ante mi.
Se la empecé a chupar mientras mis manos se perdían bajo su camiseta y jugueteaba con sus pezones y esas tabletas llenas de vello que tanto me ponía…
Una vez estuvimos ambos desnudos, tirados sobre la cama, comiéndonos mutuamente las pollas se levanto y fue a buscar algo, era tan perfecto, estaba tan bueno que Teresita a su lado no tenía nada que hacer, estaba claro que mi inclinación tiraba mas hacia aquellos cuerpos musculosos que ante el suave tacto de mis nenas, adoradas y amadas nenas.
Apareció con un frasco de mantequilla tras una corta espera que a mi se me hizo eterna y entre risas me confeso que no había encontrado nada mejor para que me lo follara… que momentos mas bonitos se recuerdan en la lejanía…
Le pedí que abriera el bolsillo de mi cazadora y sacase un tarro de vaselina que había traído y la mantequilla la utilizamos para untarnos las pollas y lamérnoslas hasta casi hacernos sangre…
El amigo del hermanísimo era vigilante jurado y en cuanto vimos la porra y las esposas nuestro pensamiento fue el mismo… como íbamos a disfrutar…
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